Pois ben, aquí vos deixamos cunhas lecturas duns poemas escollidos que fixeron varios alumnos do Centro, xunto con algún invitado especial que aparece ao final. Esperamos que vos gusten.
Antón Cobas: El rayo que no cesa
Ir a descargar
Adrián Pérez: Como el toro he nacido para el luto
Alba Marrozos: Mis ojos sin tus ojos no son ojos
Beatriz Pena: Umbrío por la pena
Esteban Pichel: Silbo del dale
Ir a descargar
Irene Quintela: Llegó con tres heridas
Ir a descargar
Iria Díaz: Menos tu vientre
Laura Méndez: Un carnívoro cuchillo...
Leticia Baña: Me llamo barro aunque Miguel me llame
Ir a descargar
Marta Cendán: Me tiraste un limón y tan amargo...
Ir a descargar
María José Mariño: El silbo de la llaga perfecta
María Limeres: Mis ojos sin tus ojos no son ojos
Noemí Cousillas: El amor ascendía entre nosotros
Ir a descargar
Tania Pallas: Te me mueres de casta y de sencilla
Ir a descargar
Como supoñemos que aínda quedastes con gañas de escoitar máis, aquí tedes uns extras nos que destacamos a solemnidade coa que o noso profesor e compañeiro Andrade leu a "Elegía a Ramón Sijé" e a colaboración dun antigo alumno do centro.
Andrade: Elegía a Ramón Sijé
Ir a descargar
Elvis: El niño yuntero
E xa por último, deixámosvos coa voz do propio Miguel Hernández, recitando o seu poema Canción del esposo soldado. É a única grabación do poeta que se conserva e, dado que a súa calidade non é moi boa, poñémosvos tamén o texto para que a poidades seguir con máis facilidade:
Miguel Hernández recita Canción del esposo soldado
CANCION DEL ESPOSO SOLDADO
.
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.
.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
.
Escríbeme a la lucha siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo.
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.
.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas,
recorres un camino de besos implacables.
.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario