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Comentario sobre a Tuneladora


Antes de nada, grazas a todos os que participastes no concurso e nos destes a vosa opinión sobre o libro do club de lectura. Hai unha que nos emocionou e aquí vai publicada co permiso de Bea, a súa autora. Lede e xulgade vós mesmos:

Cuando te dicen que debes hacer un comentario con tu opinión personal, lo primero que piensas es: «Sí, bueno, me gustó por que el libro es muy interesante, los personajes están muy bien logrados y el argumento es muy gracioso» Y así te desembarazas rápidamente con esas cuatro líneas y puedes pasar a otra cosa; si no que se lo digan a algunos profesores de lengua, que ahora ya no incluyen esa pregunta en el examen por que, escarmentados, saben que aunque el libro sea aburrido, sea divertido o ni lo hayan leído, la respuesta está obviada, da igual que el libro trate del Holocausto, sea una novela de Conan Doyle, el último libro de Moccia o La Divina Comedia, la respuesta siempre la misma.
Pero hay algo, ese factor X que nos lleva a cambiar este extraño fenómeno, y es, que en realidad el libro valga la pena lo suficientemente como para manifestar algún pensamiento. Todo esto viene a cuento de las primeras impresiones y los comentarios superficiales (muy, muy superficiales). Porque recuerdo perfectamente la impresión que me llevé al ver el libro de la Tuneladora por primera vez: «Bueno, no tiene muy buena pinta... pero habrá que leérselo para el club...» Y piensas en que va a ser la típica historia de detectives y que ni de broma va a entrar en tu lista de libros favoritos, ni siquiera en el 80º.
Y por la tarde bajas la cremallera y ves ese libro que sobresale entre los demás de tu mochila y lo coges, sólo para tener una excusa para no escuchar a tu prima pequeña que te está explotando la cabeza con su hiperactividad y que no puedes hacer callar, y de repente comienzas leer y te ríes, y no te das cuenta de que has leído más de medio libro, ni adviertes la cara con la que te mira tu prima como si estuvieras loca, hablando sola y diciendo barbaridades sin sentido como: «Ja, que buena, Fermín», «Fijo que este sabe algo» «Este fijo, fijo que es el asesino» o «Es él, Andrés, ¡está vivo!»
Y tienes examen al día siguiente, pero no puedes abandonar esa historia, simplemente TIENES que saber donde está Andrés, o tu también desaparecerás de un momento a otro. Y en un instante de confusión abandonas la literatura trovadoresca de la Edad Media y te sumerges de nuevo en el mundo del crimen.
Y al día siguiente, llegas a clase y te dice tu amiga: « ¿Has empezado el libro ese? Fijo que es un aburrimiento, ¿no?» Y empiezas a hablar, y hablas, y hablas, y toca el timbre, y sigues hablando por la escalera y sigues contándole esa maravillosa historia condensada en esas 209 páginas que sucede en tan poco tiempo, que está tan bien apoyada históricamente y sigues hablando y notas como las ganas de tu amiga van creciendo gradualmente, sobre todo cuando te niegas a contarle el final.
En dos días ella se ha terminado el libro y tú ya has ido a por otros dos a la Biblioteca y seguís hablando de eso, y vais a preguntarle al profesor de Historia por lo de la Guerra Civil- movidas de nuevo por ese factor X- y le contáis de que va, y a él también le entra el gusanillo y busca información y te asesora históricamente. Y cuando tu profesora te dice que ipse Lalana viene, te emocionas y nada te va impedir conocerle, mueves exámenes o accedes a venir a dar clases extra, el caso es hablar con él, y empiezas a pensar en qué decirle, cómo será, de qué hablará...
Y sigues y sigues hasta que tus otros amigos te tachan de monotemática hablando sin parar de ese libro que te pareció típico, con una portada banal, un título vacío, ese mismo libro que lleva dos semanas en tu nº 1

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